martes, 27 de octubre de 2009

Es como pagar una boleta y no tener permitido ir al concierto


Entre el 19 de octubre y el dos de noviembre, la Registraduría Nacional del Estado Civil tiene prevista una nueva jornada de inscripción de cédulas en todo el país, para que las personas que nunca han votado o recibieron recientemente su cédula de ciudadanía puedan ejercer su derecho al sufragio.

Como es uso y norma este procedimiento, y por ello mismo pareciera que fuera lo correcto y que estuviera bien, nos hemos acostumbrado que así se haga sin reparo. Pero, haciendo una reflexión sobre el tema, la verdad, parece algo absurdo e ilógico que el estado; luego de que nos reconozca como ciudadanos, por alcanzar la mayoría de edad, nos exija o nos ponga como requisito, para ejercer uno de los mayores valores democráticos, el de elegir, que debamos ir hasta un lugar, durante ciertas fechas, para hacer un trámite más y poder así ejercer nuestro derecho al voto.

Esto es como si compráramos una boleta para asistir a un concierto, con alguna anticipación, y la empresa organizadora nos pidiera que tenemos que ir a inscribirnos con la boleta en alguna taquilla o lugar para confirmar que sí vamos a asistir al concierto, y que si no nos inscribimos no podremos asistir, a pesar de que ya hayamos adquirido ese derecho y hayamos pagado por ello.

El ejercicio democrático del sufragio es toda una fiesta, tal vez es la mayor fiesta alcanzada por nuestro, aún frágil, sistema democrático, y no debe existir ningún otro requisito para participar en ella, que el de ser ciudadanos colombianos. Este proceso de inscripción de cédulas no es más que una talanquera, bastante inmensa, para que pueda desarrollarse la democracia y la participación ciudadana sin ninguna condición y con toda libertad.

Es absurdo caer en cuenta de que la misma entidad que nos entrega o renueva la cédula, nos solicita seguidamente que la registremos. ¿Es que cuando le entregan la cédula a los ciudadanos no la tenían registrada? Cuando una persona realiza el trámite para solicitar la cédula o renovarla le piden todos sus datos personales: municipio, dirección, teléfono, estado civil, entre otros. Y con estos datos podrían perfectamente y de manera automática asignarle a cada ciudadano un lugar de votación cercano a su residencia.

Pero, ¿a quienes beneficia que menos ciudadanos colombianos puedan ejercer su derecho constitucional al sufragio? Salta la respuesta a la vista: a quienes han sido históricamente elegidos (o reelegidos) pues de esta manera pueden ganar con menos votos, repartir entre menos personas la torta y buscar resolver las necesidades y expectativas de unos pocos que los apoyan y no de la mayoría de los colombianos. Así se hace más fácil la jugada.

Por el momento debemos salir a inscribir nuestras cédulas para participar en las dos fiestas democráticas que se realizarán en 2010. La elección del Congreso de la República y Parlamento Andino que se celebrarán el 14 de marzo y de Presidente y Vicepresidente de la República, cuya primera vuelta se realizará el 30 de mayo. Sin embargo debemos avanzar poco a poco en levantar las tranqueras y arrojar los micos que no permiten que construyamos una verdadera democracia participativa, como tener que “inscribir” una cédula para poder votar.

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